Chopin

jueves, 21 de julio de 2011

Los patriotas del fútbol. Campeones pagando impuestos

Reproduzco el artículo de Vicenç Vilana
Y las fotos de todos estos nuevos "sudafricanos" —según la tesis de que cada cual es del país donde paga sus impuestos

Selecció espanyola i impostos.
Gràcies a aquest triomf la Federació Espanyola de futbol va cobrar 25 milions d'euros pagats per la FIFA, dels quals es va comprometre a pagar 600.000 € a cada futbolista en concepte de prima. Després
passejar per Madrid celebrant la victòria amb moltes banderetes i
alegria, van haver de pensar en el tema dels impostos. Moltes vegades diem que són “gilipolles” que només serveixen per donar puntades a una pilota, però la veritat és que han demostrat que estem molt equivocats. Per si no ho sabeu, l'últim mundial de futbol el va
guanyar Espanya Algun d'aquests deu pensar una mica, ja que els futbolistes internacionals espanyols s'han acollit a la possibilitat que existeix, en el règim fiscal, de tributar a Sud-àfrica les primes que cobraran per guanyar el Mundial. Sembla que entre Espanya i Sud-àfrica hi ha un conveni de doble imposició pel qual aquest premi es considera una retribució per un treball realitzat fora del territori espanyol i els permet tributar al país on es va dur a terme l'activitat.
És clar. La diferència té la seva importància. Si els membres de la
selecció espanyola haguessin declarat els seus ingressos a Espanya,
com s'espera d'uns individus que onegen la bandera “rojigualda” amb tant entusiasme, haurien pagat un 43% de la prima. En canvi la
retenció que s'aplica a Sud-àfrica és del 21%. Fem números: 22
futbolistes a 600.000 € són 13.200.000 €
Si se'ls aplica la legislació vigent a Espanya haurien d'haver aportat
als comptes públics ESPANYOLES 5.676.000 €
Acollint-se a la legislació sud-africana pagaran a la hisenda
SUD-AFRICANA 2.772.000 €
Amb aquests 5.676.000 € es podrien haver pagat la pensió durant un mes
a 7.000 pensionistes. Mentre estem en una crisi de CULL.... aquests
futbolistes fan pàtria aportant més de dos milions i mig a les arques
de la Hisenda de Sud-àfrica, país que tant ha fet per ells, i deixen
d'aportar més de cinc milions i mig a la Hisenda Espanyola.
Uns patriotes. Això sí, tot legal, per Déu.
(I un munt de ... ... encara compren samarretes amb els noms d'aquests
herois-patriotes)
D'això se'n diu fer pàtria. Visca el futbol

Aquí están todos ellos, con su cara de patriotas impositivos.

Entre todos han dejado de ingresar en el erario público del Estado español 5.676.000 € en concepto de impuestos.

El patriota impositivo
Iker Casillas Fernández

Iker Casillas Fernández



El patriota impositivo
Sergio Ramos Garcia

Sergio Ramos Garcia


El patriota impositivo
Xabier Alonso Olano


Xabier Alonso Olano



El patriota impositivo
Raúl Albiol Tortajada

Raúl Albiol Tortajada



El patriota impositivo
Alvaro Arbeloa Coca

Alvaro Arbeloa Coca



El patriota impositivo
David Villa Sánchez

David Villa Sánchez



El patriota impositivo
David Jimenez Silva


David Jimenez Silva


El patriota impositivo
Xavier Hernández Creus

Xavier Hernández Creus


El patriota impositivo
Fernando Torres Sanz
Fernando Torres Sanz




El patriota impositivo
Juan Manuel Mata Garcia
Juan Manuel Mata Garcia





El patriota impositivo
José Manuel Reina Páez

José Manuel Reina Paez


El patriota impositivo
Gerard Pique Bernabéu


Gerard Pique Bernabéu



El patriota impositivo
Joan Capdevila Méndez


Joan Capdevila Méndez



El patriota impositivo
Carlos Marchena López

Carlos Marchena López




El patriota impositivo
Sergio Busquet Burgos


Sergio Busquet Burgos



El patriota impositivo
Carles Puyol Saforcada


Carles Puyol Saforcada



El patriota impositivo
Andrés Iniesta Lujan
Andrés  Iniesta Lujan




El patriota impositivo
Fernando Llorente Torres
Fernando Llorente Torres




El patriota impositivo
Jesús Navas González
Jesús Navas González






El patriota impositivo
Francesc Fabregas Soler
Francesc Fabregas Soler





El patriota impositivo
 Pedro Rodríguez Ledesma
Pedro Rodríguez Ledesma




El patriota impositivo
Javier Martínez Aguinaga
Javier Martínez Aguinaga



El patriota impositivo
 Víctor Valdés Arribas


Víctor Valdés Arribas

domingo, 26 de junio de 2011

Después de la acampada, por Manuel Castells


Reproduzco este artículo de Manuel Castells sobre la acampada por si no funciona el enlace de La Vanguardia (este es una requisa con fines divulgativos)


Después de la acampada

Ahora parece que lo grave son las tribulaciones de los diputados y no el comportamiento de la clase política

Artículos | 18/06/2011 - 00:17h
Los reprobables incidentes ante el Parlament de Catalunya, en cuyo desarrollo está por aclarar la posible provocación de policías infiltrados captados en vídeo, no pueden obviar el cuestionamiento que los indignados, con amplio apoyo social, han planteado a las instituciones políticas. Ahora parece que lo grave son las tribulaciones de los diputados y no el comportamiento de la clase política, origen de la indignación. Agresividad y violencia no sólo son actos condenables, sino también estúpidos, porque pueden deslegitimar una protesta y un debate de gran calado. Pero si hay un deseo sincero de dialogar con quienes se atreven a plantear en la calle lo que muchos piensan en su casa, hay que aislar a unos pocos energúmenos y tomar en serio un movimiento que es explícitamente no violento y que ha rechazado las agresiones. Empezando por investigar qué pasó exactamente frente al Parlament.

Tras las acampadas, el movimiento sigue bajo otras formas. Porque si entendemos que los procesos de transformación social empiezan por un cambio de mentalidad y por la pérdida del miedo, entonces los indignados del 15-M representan un cambio cualitativo en el empoderamiento de la ciudadanía en busca de una democracia real. No se trata de unos miles de jovencitas utópicas, sino de un amplio movimiento de opinión que simpatiza con sus ideas. En eso coinciden diversas encuestas.

Así, según la encuesta de Metroscopia publicada por El País, el 66% de los ciudadanos tienen simpatía por el 15-M, el 81% piensa que los indignados tienen razón y el 84% que tratan de los problemas que afectan directamente a los ciudadanos. El 51% piensa que los partidos representan sus propios intereses. El 70% no se siente representado por ningún partido y el 90% piensa que tienen que cambiar. Los votantes socialistas simpatizan con el movimiento en un 78%, pero también lo hace el 46% de los votantes del PP. La crítica va más allá de la frontera izquierda-derecha. Los indignados son apartidistas, no apolíticos. Es un movimiento político que buscar transformar las formas de representación y decisión. Porque, en medio de una crisis estructural que corroe la existencia cotidiana, la condición previa para cambiar de modelo es cambiar las formas de elaboración y gestión del modelo. Pero ¿qué proponen los ex acampados, ahora asamblearios? Hay que escuchar para entender, en lugar de proyectar ideas preconcebidas que no corresponden a lo que se está debatiendo en este movimiento. Y lo que observo es que lo fundamental es el proceso más que el producto. No son tanto las propuestas concretas como las formas de debate, decisión y acción que caracterizan este movimiento. Si hay un acuerdo central en un movimiento tan diverso, es que las personas se representan a sí mismas, que no hay organizaciones aparatadas, que no hay líderes. De ahí la importancia de las asambleas en barrios, pueblos y lugares de trabajo. La idea es que las asambleas canalicen las propuestas de la gente en su entorno cotidiano y se conecten con asambleas más visibles, como Sol o plaza Catalunya. De ahí también la importancia de las comisiones, creaciones espontáneas de todo tipo, que tratan mil cuestiones, desde la medicina natural hasta la reforma de la ley electoral.

Un sistema tan descentralizado y plural de deliberación y decisión se apoya para funcionar en dos condiciones clave. Por un lado, el respeto y la tolerancia. Hay fuertes discusiones en las asambleas, sobre todo cuando algunos, generalmente mayorcitos, intentan meter cuchara ideológica. O cuando surge el individualismo irreductible coherente con la premisa de no imposición de nadie a la libertad de cada una. Pero por regla general, el desacuerdo, incluso práctico, se da en la tolerancia del otro y es gestionado por equipos de facilitación que están aplicando una metodología de mediación que ya quisieran tener muchas empresas. Por otro lado, siempre están las redes de internet como estructura de apoyo y comunicación para informar, para debatir, para pedir solidaridad y auxilio en momentos duros. En suma: para no sentirse solas. Porque hay miedo en todo esto. Es un desafío radical, aunque no violento, al orden social, y hay conciencia de las consecuencias: desde los palos policiales hasta el rechazo en el mercado laboral. Y el miedo sólo se supera juntándose. En la red y en las plazas. Sabiendo que hay muchas personas semejantes y que juntas podemos, como repiten en el movimiento. La cuestión que se plantean es cómo incidir en las decisiones que afectan a todos. Rechazan hacerse partido porque piensan que es caer en la trampa de unas instituciones en que está todo atado y bien atado. De ahí la protesta mediática para llegar a la conciencia de la ciudadanía. Dificultar el ronroneo del sistema político, que continúa como si nada pasara, mediante sentadas, bloqueos, manifestaciones. Desobediencia civil activa no violenta. Frente al intento deliberado de incitar a la violencia para deslegitimar la protesta.

¿Adónde van? A otra sociedad, porque piensan que las instituciones están podridas y que la crisis no es tal, sino una estafa de los poderosos. Lo que venga saldrá de un debate que incluya al conjunto de los ciudadanos y del que surjan nuevas formas de vida y de política. Reivindican el derecho a equivocarse. Pero rechazan pagar las equivocaciones de los que mandan. Tienen tiempo. Quieren ir despacio porque van lejos. Y mientras luchan por decidir cómo decidir, viven la vida ya, en la alegría de sentirse libres, enredados en el proyecto de reinventar la vida, empezando por la suya, por la de cada una.

Por eso los políticos no pueden entender, ni siquiera los que simpatizan desde la vieja izquierda. Porque plantean las preguntas erróneas: ¿qué organización? ¿Qué programa? ¿Qué estrategia? Si no hay respuestas, vaticinan con la condescendencia de quienes renunciaron a sus sueños, desaparecerá el movimiento. Tal vez. Pero no sus ideas, no sus esperanzas, no las semillas rizomáticas de una nueva política sembradas hoy. Porque puede ser una última llamada de vida antes de precipitarnos en el torbellino de destrucción que nos arrastra.