Pequeño homenaje a A. Álvarez Solís. Porque sí

Él ni se lo espera. No puede imaginar que alguien tenga esta joyita en su hemeroteca afectiva particular. Con el potencial añadido, en mi caso, de que hemeroteca no es más que un eufemismo que no puedo dejar que enmascare por más líneas lo que es en realidad: un viejo —y entrañable— fetiche. Su edad: 19 años, que para un recorte de periódico no está mal.
Antonio escribió este artículo en Interviú, en la semana del 20 al 26 de abril de 1992. (Una observación al margen: para algún quisquilloso o quisquillosa, no olvidemos que está escrito en el 92; que la hoja no nos impida disfrutar del bosque).

Unai